Manuel Calvo y Aguirre, protagonista de nuestra historia, hizo fortuna en La Habana a mediados del siglo XIX gracias a sus empresas de cultivo de caña y regresó a Portugalete en 1898 para fijar su residencia en la mansión que hoy es el Puente Colgante Boutique Hotel.
Dejó Don Manuel su última voluntad escrita para que, tras su muerte, se convirtiera su casa en Hotel y con los beneficios que se obtuvieran “repartir raciones de olla y pan entre los menesterosos”.